
Había algo que me llamaba la atención, y era el reflejo de la luz en la pizarra a unos centímetros de "mi cara", así que en pocos segundos transformé ese reflejo en la brasa viva de un cigarrillo que mi versión dibujada parece disfrutar despreocupadamente.

Mientras me hablaban, mi cerebro estaba ordenándome que me sienta relajado... y tomé una ranita de cerámica que vaya uno a saber de quién es, pero estaba en una de las mesas del studio.
Enseguida observé que la ranita estaba disfrutando mucho, tirada como si nada. Pensé: "qué bueno sería tener esa actitud, permanecer relajado y tranquilo en un momento como este..." Esa situación sumado a la ranita formaron un lindo collage que me recuerda a permanecer tranquilo aunque la cosa se ponga muy difícil.
Este dibujo no tiene nada en especial, lo hice una tarde mientras estábamos en un café con una ex novia que tuve. No paraba de hablar!! Ni un segundo!! Y por lo visto no le importaba si realmente la escuchaba, ya que le pedí al camarero una lapicera y me tomé todo el tiempo del mundo para dibujar en una servilleta a un vengador imaginario que vendría en busca de mi ex, y la callaría de una buena vez ;)

Tenía 2 años y 7 meses cuando la llevé por primera vez al studio, y al ver que papá dibujaba "muchas cosas divertidas", quiso que le dibuje una historia: en el teléfono!! Casi de inmediato me explicó de qué trataba la historia:
"Unos hombres habían ido al bosque a capturar un dragón, pero era muy malo, y uno (de los hombres) lloraba pero vino alguien que les dijo: - yo los salvaré!, y se pusieron muy contentos porque (el "héroe") era un patito muy fuerte que asustaba al dragón y los salvaba".
Wow, qué historia! Me senté con mi hija, y dibujé bajo su supervisión las 5 primeras imágenes. Luego de fotografiarlas, les pusimos música y ya teníamos armada la gran historia que divirtió a Luna, tanto como a mí hacerla.
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